El verano ya llegó...

martes, 30 de junio de 2015






Llevo casi un mes soñando con el día 3. ¿Qué sucede ese día?, os preguntaréis. Pues que por fin llegan las vacaciones. Y no es que tenga planeado un viaje a ningún destino exótico ni nada parecido. Más bien es un retiro, porque donde vamos es un lugar tranquilo ideal para el relax. Además no hay conexión a Internet, así que voy a estar como esas versiones musicales; unplugged (lo que viene siendo el “desconectada” de toda la vida). 





Os contaré el plan. Paseos, playa, siestas, lectura (más vale que inventaron el ebook porque si no me veía con otro maletón para los libros, jaja), escritura (mucha, mucha, mucha) y diversión familiar (toda la que pueda). ¿Qué os parece? Para mí, es el Paraíso. Espero poder aprovechar al máximo este paréntesis e incluso si todo va como espero, quizás hasta me de el lujazo de buscar algún local en el que pueda “conectarme” en algún momento y pasarme por vuestras casas virtuales. 







De todos modos, si no lo consigo o si finalmente lo descarto, nos encontraremos de nuevo en apenas un par de semanas. Ya veis que no es una ausencia muy prolongada, pero espero sacarle todo el jugo posible.



¿Y vosotros, qué planazos tenéis?

Todo cuanto amé de Siri Hustvedt

jueves, 25 de junio de 2015




Hay novelas que te dejan indiferente, y otras que conforme llegan te deshacen por dentro. También hay otras sorprendentes y algunas (las menos), que elijes de compañía para el resto de tu vida. A grandes rasgos, mis lecturas se engloban en estos grupos, pero hete aquí que he dado con una novela que no se dónde encuadrar. Puedo afirmar que no es una lectura fácil, que he pensado dejarla encima de la mesilla al menos tres veces. Por momentos se vuelve demasiado intelectual y densa en algunos capítulos; exige bastante atención y algo de esfuerzo. Pero de alguna manera engancha. No sé qué tiene, pero mantiene el interés del lector con esa historia a priori sencilla, que posteriormente se transforma en una lectura profunda. De esas que dejan poso.

Leo Hertzberg, profesor y crítico de arte, entabla amistad con Bill Wechler, un pintor que irá adquiriendo fama poco a poco. También Erica y Lucille, las esposas de ambos, compartirán afecto y experiencias juntas (ambas se quedan embarazadas y dan a luz prácticamente a la vez). Este dinámico grupo vivirá como tantos otros, buenos y amistosos momentos (compartirán vacaciones, serán un apoyo mutuo, etc). Pero las vivencias idílicas son siempre a corto plazo y se convierten en una quimera. La realidad está ahí esperando, y llegará a sus vidas una y otra vez con las manos llenas de barro. La caducidad del amor, la soledad, los fantasmas de la muerte y la enfermedad rondarán de forma inquietante a estos personajes transformándolos de manera muy profunda a lo largo de sus vidas.

No voy a negar que se trata de un texto muy elaborado, con el que poder disfrutar en muchas de sus páginas, pero por muy fluída que sea la prosa, requiere mucha atención por parte del lector. Siri Hutsved demuestra aquí su validez como escritora por mérito propio, desligándose de Auster (su marido) totalmente. Utiliza bien sus cartas y sabe retratar sentimientos y los hechos trascendentales que viven sus personajes con un léxico rico y un gran dominio de las técnicas narrativas. Pero una vez más os aviso: no es una lectura de “desengrase”, es un texto profundo; con varias capas, con varias lecturas.

Se estructura en tres partes siendo la primera de ellas la más complicada y la que menos ritmo lleva. En la segunda y tercera los acontecimientos dan mayor ritmo al texto y resulta más fácil seguir la lectura de manera fluída. Pero si tengo que destacar algo de esta novela, serán sus personajes. Siri ha hecho un trabajo excepcional con ellos. Y quizás está ahí el quid de la cuestión. Quizás es ese el motivo por el que no haya dejado el libro a medias. Porque Leo, Billy, Violet, Erica, Lucille, Mark, Giles…Todos ellos son prácticamente tangibles y dueños de un mundo interior rico y atormentado que la escritora no duda en mostrarnos con toda su crudeza si es necesario.

No os recomendaré esta lectura en esta ocasión sino que os invito a que sujetéis el libro en vuestras manos, lo sopeséis, leáis su contraportada y paséis sus páginas lentamente. Miradlo, tocadlo, oledlo, y si sentis la llamada… Ya me contaréis.

Feliz día.

Microrec: Seres diminutos

martes, 23 de junio de 2015



Atrapado.

Aquel ser diminuto que golpeaba la lente desde el otro lado me tenía fascinado. Al principio creí por su atuendo que iba a la caza de algún tesoro, pero desechó con rabia la corona y los tres rubíes cuando llegó hasta ellos. No era eso lo que perseguía. Lo supe después, cuando volvió su rostro hacia el mío y al encontrar mi mirada de cíclope enredada entre la fornitura del reloj, arrancó la tija. Con ella como ariete, se arrojó contra el cristal vociferando palabras mudas. Señalaba insistentemente mi mano, donde yo sostenía atónito el filo cortante de su libertad.




Caleidoscopio.

Aquel ser diminuto que golpeaba la lente desde el otro lado parecía desafiarme con la extraña danza de sus articulaciones fragmentadas. Codo va, rodilla viene, ejecutaba su grotesco baile remedando la sombra coloreada de un contrahecho arlequín de juguete. Retiré el precinto y sopesé la maniobra con un giro suave hacia la izquierda. Él, como respuesta, escoró su figura sorprendida hacia el mismo lado. Tomé la decisión en un instante. Sacudí con violencia el cilindro y me asomé de nuevo a su interior. Allí, decenas de rombos de colores, componían ahora un precioso mosaico.


El que avisa no es traidor.

Aquel ser diminuto que golpeaba la lente desde el otro lado con una molesta insistencia no se daba por vencido. Intenté ignorarlo, pero fue en vano. Terminé resolviendo el asunto con un manotazo certero tan solo unos minutos antes de que una gigantesca mole de agua salada me llevara directo al rincón más profundo y remoto del océano.


La ración de despojillos semanales.

El Maestro de Almas de Iréne Némirovsky

jueves, 18 de junio de 2015




Dario Asfar es un hombre inteligente, un buen facultativo incluso. Pero su condición de emigrante en el París de los años treinta es su “letra escarlata”. Está marcado por su origen y eso le resta oportunidades en una ciudad donde a priori, debería tenerlas. Su familia depende de él, y de su trabajo. La necesidad le empuja a dirigir sus habilidades como nunca hubiera pensado. Ejecuta una primera acción de la que no se sentirá demasiado orgulloso, pero una vez que pisa sobre ese terreno resbaladizo y no sale malparado (o al menos no demasiado), la espiral crece y es complicado salir de allí.

Darío encuentra en el alma atormentada y sucia de sus acaudalados pacientes la solución para adquirir el reconocimiento social que anhela. El rechazo visceral a la pobreza, la necesidad, las deudas, el deseado estatus social…La renuncia a todos sus principios convertirá a Dario Asfar en un hombre diametralmente opuesto al que soñaba. Así, huyendo de la pobreza se convierte en un hombre sin escrúpulos y sin conciencia. Un hombre más preocupado por su estatus que por su calidad humana. O más bien un hombre que ha vendido su alma a un elevado precio del que no será consciente hasta que sea demasiado tarde.

Al ser este un texto ideado para ser leído por capítulos, (en origen fue una novela por entregas para la revista Gringoire) posee un grueso de características muy interesantes que hacen de él una lectura fluída y sencilla. Nemirovsky además nos lleva de la mano en un movimiento pendular: desde el punto de vista de Dario presente en la primera parte de la novela, hasta la mirada acusadora de Daniel, el hijo del médico, quien condena y cuestiona cada acción de su padre, para finalizar de nuevo con el propio Dario y la transformación que ha sufrido durante su vida.

La escritora no se excede en los personajes, y los presenta con profundidad según su importancia en la historia, lo que le da interés y ritmo al argumento. También refuerzan esta sensación los capítulos son breves, que contienen recordatorios de la trama y suelen finalizar con una escena importante que deja al lector en vilo y con ganas de continuar la lectura. La escritora domina a la perfección estas técnicas, y ejemplo claro de ello es que el texto apenas se ha modificado desde su origen hasta su publicación como libro en el año 2006.

Lo cierto es que Nemirovsky es una escritora que rebosa sensibilidad y credibilidad en sus letras. Probablemente sus textos son tan interesantes para mí porque suponen una meta a alcanzar: reflejar sencillez aunque la construcción del texto no haya sido fácil. Maneja las técnicas narrativas ya en los años treinta con una gran efectividad y naturalidad, aumentando de este modo un poco más si cabe el interés por sus novelas.

Este es el punto fuerte de Irene Nemirovsky. Pero también sus letras tienen la magia de perfilar a los personajes de manera tridimensional. No importa que el texto sea breve, poco más que un relato (recuerdo El Baile por ejemplo), porque la escritora demuestra en cada una de sus narraciones unos personajes dotados de características tan humanas que se vuelven casi tangibles. Y eso que no empecé con buen pie con la primera de sus novelas que cayó en mis manos.

Ahora además parece que se ha puesto de moda por la adaptación al cine de su obra más conocida, Suite Francesa. Dicen por ahí que no es una adaptación demasiado fiel a la novela, (como casi todas las que se llevan a la gran pantalla salvo honrosas excepciones) pero esperaré a leerla primero para poder opinar.

Poco más puedo decir de una escritora que, una vez más ha conseguido que la historia traspase el papel y llegue al corazón. Si tenéis aunque solo sea un ratito, os la recomiendo.

“Lo que necesitan es un confesor, alguien que conozca sus sucios secretos, los escuche y los despida con un ego te absolvo; que, sobre todo, les permita hartarse sin remordimientos…¡Qué los droguen, eso es lo que necesitan!”



Y vosotros ¿la conocíais? ¿qué opinión os merece?

Feliz día.

Microrec: Ni a tiros...

martes, 16 de junio de 2015









Directo al corazón.


Volví a enfocar su figura uniformada en la mirilla del rifle
y esperé el momento adecuado. Él llegó enseguida, llenando el espacio con sus andares prepotentes. Se le acercó por la espalda y le susurró algo al oído, quizás un piropo arrugado de tan manido, que hizo palpitar sin control la cruz roja de su uniforme impoluto. Apunté certero al centro de su pecho y como tantas otras veces, sonreí ante la imagen bucólica que tenían de mí. No. Yo no era ningún niño inocente ni mis proyectiles eran flechas con punta de corazón.


Diferencias irreconciliables.

Volví a enfocar su figura uniformada en la mirilla del rifle, repasando una vez más los detalles familiares que tanto había amado en otro tiempo: el pergamino de su piel alrededor de los ojos traicioneros y su sonrisa torva. El torso ancho en el que me había refugiado de niño creyéndome a salvo y sus manos de caricias hipócritas que tanto odié años después. Por fin había llegado mi oportunidad. Cerré los ojos y escuché el eco lejano de un disparo. Cayó ante mí como un muñeco roto mientras mi dedo índice seguía escribiendo en morse sobre el gatillo atascado.


Gwendolin

Volví a enfocar su figura uniformada en la mirilla del rifle
. Creo que separé los pies y levanté bien los codos buscando el equilibrio perfecto. María estaba a mi lado, sosteniendo en sus brazos a la niña que, adivinando la magia del momento, había detenido por un instante el incesante mascar de su chupete. Probablemente contuve el aliento y apreté el gatillo a la espera del fogonazo. La famosa muñeca castrense con su pose marcial observa ahora el paso del tiempo mientras, sobre mi mesilla, la fotografía que descansa junto a la legión de píldoras de colores es hoy el único recuerdo firme de aquella noche mágica.


De vuelta por el REC.

microrrec: Semana en blanco

martes, 9 de junio de 2015



La semana pasada no llegué a tiempo al REC. En honor a la verdad diré que ni tan siquiera me acordé de él. Pero por contrapartida, he disfrutado de algo más de tiempo para dedicarlo al proyecto que tengo entre manos y que me está llevando prácticamente todas las horas que tengo disponibles. Escribo.

Comenzó como un relato, pero está creciendo. Toma forma y tiene vida propia. No sé si continuaré por este camino o si terminaré por coger unas tijeras y dejarlo en la idea original. Lo que sí os puedo asegurar que estoy sufriendo un montón, pero que a la vez lo estoy disfrutando. Es un reto maravilloso, y también el responsable de que os visite un poquito menos y de que la frecuencia de las publicaciones sea menor, pero espero que me tengáis paciencia. Por mi parte, intentaré no desvincularme demasiado y terminar esta aventura...

Seguiré informando ;)
Mil besos para todos.

Feliz día.

La regla del tercio para escribir mejor.

lunes, 8 de junio de 2015




Dice la numerología que el tres es un número simpático, asociado a la inspiración y a la inteligencia, optimista y sociable. En fin. Un derroche de virtudes. Quizás sea por eso que hay tanto tercio en la creación literaria. ¿Lo vemos?

Estructura argumental clásica.



Planteamiento, nudo y desenlace. ¿Quién no ha estudiado la terna clásica y la ha utilizado continuamente en sus narraciones/cuentos/relatos? Tres actos diferenciados cuya explicación podría ser la siguiente:



  • Planteamiento: Viene a ocupar un 25% del total del texto y es la sección en que se contextualiza tanto la historia como el personaje. Es la explicación del mundo del protagonista antes del cambio, y generalmente se cierra al aparecer el conflicto.
  • Nudo: Comienza con el punto de inflexión para el protagonista y es donde la historia se va tornando compleja. Aquí se desarrolla la trama y suceden las acciones más importantes. Esta sección generalmente suele ocupar un 50% de la totalidad de la narración y concluye en el momento previo al desenlace.
  • El desenlace: Es el momento de finalizar la historia y solucionar el conflicto (puede ser de manera abierta o cerrada), y de dejar claras las dudas planteadas durante toda la narración. En este restante 25% del texto culminará el relato.

La teoría del Iceberg.



¿Qué tiene esto que ver con el número tres? ¿Un iceberg, la regla del tres, teoría literaria? Pues tiene su explicación. Y ahora os doy la pista. Hemingway. Él fue quien respaldó esta teoría, según la cual, en primer lugar el autor debe documentarse cuanto pueda. Tanto como le sea posible para poder defender su obra con realismo y credibilidad. Pero ojo. El escritor también debe huir como alma que lleva el diablo de la oscura tentación del marisabidillo. No se trata de reflejar en nuestros escritos cuánto sabemos acerca del tema, cuántos tarros de colirio hemos gastado para ser el que más sabe de insectos palo a este lado del mundo, etc. Más bien al contrario. Únicamente debemos mostrar un tercio (ahí está de nuevo la regla) de lo que hemos aprendido. Y en ocasiones ni tan siquiera eso. 


Construyendo el personaje.



Si el conflicto es básico en una narración, no digamos los personajes. Son quienes sufren todas las dificultades a las que les enfrenta el escritor, y los responsables de que la trama se mueva, de que el lector empatice con la historia… Y además, por si esto fuera poco deben resultar creíbles. ¿Cómo lo podemos conseguir? Teniendo en cuenta esta regla de tres:



  • Deseo: Un personaje necesita de una motivación para actuar, debemos tener claro qué desea, que quiere, por qué se levantaría del comodísimo sofá de su casa y se dedicaría a —pongamos por caso—, salvar el Planeta.

  • Conflicto: Siguiendo con el ejemplo anterior, además de una motivación para dejar los panchitos en la mesa y el último capítulo de Juego de Tronos a medio terminar, el personaje debe topar con un conflicto. ¿Por qué? Porque eso le hace humano, le hace crecer, hace que como lectores entendamos su forma de ser y sus motivaciones. Y además construye la historia, le da vidilla. ¿Puede haber algo más aburrido que un personaje al que todo le salga bien? 

  • Cambio: Este es un punto fundamental en la creación de personajes (o al menos es uno en los que más incide la teoría literaria). Un personaje no debería ser el mismo al comienzo y al final de la narración. Si el autor ha seguido las normas anteriores, su personaje principal ha vivido un momento crucial en su existencia, ha superado (o no) un conflicto, ha sufrido mil contratiempos (quizás hasta se ha jugado el pellejo)… ¿Y no ha cambiado nada? ¡Imposible! Revisemos un ejemplo de un clásico: ¿Creéis que Caperucita será tan confiada al final del cuento como al principio? ¿Seguro que no habrá desarrollado alguna lobo-fobia?

Manteniendo la intriga. 


Otro de los puntales básicos de una narración es la intriga, la tensión que durante toda la obra nos anima a continuar con la lectura y nos deja con el alma en vilo página tras página. Tiene mucho que ver con la pregunta dramática la que se plantea desde el comienzo de la narración y de cuya respuesta dudaremos hasta el final de la obra. Es el latido del relato, pero ¿cómo podemos conseguirlo? La regla del tercio nos da una pequeña pista:
  • La muestra: En un relato detectivesco, por ejemplo, el camino a seguir sería mostrar una pista. Una señal o un indicio que posteriormente ayude a la intriga de una manera natural e incluso de forma que pase desapercibido. Pero que esta señal esté medianamente camuflada no quiere decir que no esté bien explicada. Es fundamental. Debemos exponer el motivo pero sin darle demasiada importancia, debemos jugar con el lector. 

  • El recordatorio: En algún momento de la narración, generalmente en el nudo de la misma si atendemos a la estructura clásica, el autor retoma aquella pista o aquella promesa y la pone de nuevo bajo los ojos del lector, quien en este momento ya es más consciente de ello. El escritor sin embargo, aunque recuerde el asunto y lo conecte levemente con la pregunta dramática, debe tener la maestría de no otorgarle todavía la importancia decisiva que tendrá para la finalización de la historia. ¿Difícil? Ajá. Para mí, mucho.

  • El cierre: Será ahora, en el último tercio, cuando el minúsculo indicio del comienzo tome sentido en su totalidad. Ahora es el momento en el que el lector tiene que darse una palmada en la frente y pensar ¡Claro!, es cierto, ¿Cómo no me he dado cuenta antes? Es el punto definitivo que da sentido a la historia y que cierra las conexiones.



Y vosotros, ¿habéis encontrado alguna otra “regla del tercio”? Si es así, y os apetece contármelo, tenéis los comentarios a vuestra disposición. Me encantaría conocerlos. 


Feliz día

Microrrec: que viene la Inquisición...

martes, 2 de junio de 2015



Herejes intergalácticos

«La inquisición no tardará en llegar» dijo maese Juan con mucha ceremonia. Pero lo cierto es que no había que ser una eminencia para darse cuenta de que aquellos dos extranjeros de hechuras dispares y extraños ropajes llamaban la atención dondequiera que fuesen.

Sus preguntas acerca del Maestro desataron de inmediato los rumores de herejía pero ellos, ajenos al revuelo que habían creado, continuaron transmitiendo sus teorías acerca de la localización del Infierno o, como ellos lo llamaban, La Estrella de la Muerte. Hasta que llegaron para apresarlos. Cuando huyeron de la aldea en un abominable artefacto, respiramos aliviados. Habíamos conseguido desterrar al Maligno.



Evidencias


La inquisición no tardará en llegar. Esa era la consigna que anunciaba la llegada de la vigilante a la tercera planta del hotel Benidorm y que aquella noche, al quedarse Paquita adormilada, no llegó a oírse. Por eso la ronda nocturna la sorprendió cerrando la puerta de Don Matías, en plena partida hacia su cuarto. Con aire de inocencia, trató de justificar su presencia allí mientras agitaba un neceser que hacía las veces de botiquín de mano. Pero nada escapaba a la mirada justiciera de la guardiana, ante quien quedó en evidencia por culpa de las costuras al aire de su virginal camisón.


Despojillos semanales para el REC

Aventura de escribir: Solo ante el peligro III o el editor interno.

lunes, 1 de junio de 2015




En la tercera entrega de terrores del escritor voy a tratar de un tema que personalmente me afecta a diario y sobre el que últimamente estoy trabajando para enviarlo a la Conchinchina (como muy cerca). Se trata del terrible editor que todos llevamos dentro.


¿Vive en Elm Street?¿Tiene perilla y espada?


Ya. Ya lo sé. No puedo ni debo arrancar de cuajo a este personaje porque es necesario, pero sí que debo intentar postergarlo al lugar que merece. Ni más ni menos. No sé el vuestro, pero mi editor personal es un tipo duro, implacable, tipo Freddie Krugger en sus peores días o Iñigo Montoya en los mejores. Temoso, con un objetivo claro y dispuesto a todo para conseguirlo. Tiene la constancia, perseverancia y voluntad que me gustaría conseguir a mí para alcanzar ciertos objetivos personales... Es una pesadilla. Es el responsable de que los textos no fluyan, que se estanquen y que pierdan la frescura. Amordaza la creatividad y ahoga la naturalidad. Un auténtico fastidio (lo digo así en plan fino porque si me dejo llevar...).


Acerté quién es quién y gané.


Es un problema por primar lo racional. Lo reconozco. Me encantan las listas, la organización, y cuando oigo esa vocecita que considera que esta frase no está bien redactada, que utilice una palabra en lugar de otra, que repase este argumento porque parece endeble...No puedo resistirlo y le hago caso aunque me encuentre en pleno proceso de escritura. ¡Error! La parte positiva es que lo conozco, le veo llegar. Y la parte más difícil va a ser entretenerlo o secuestrarlo mientras doy rienda suelta a la escritura creativa. Pero que no se diga que no lo intentaré. ¿Cómo? Esa es la cuestión.


Un poco de gimnasia mental. 


El cerebro se divide en dos hemisferios, complementarios, pero siempre hay uno que lleva la voz cantante. El izquierdo, en la mayoría de la población, es el director de orquesta generalmente (pero si eres zurdo tu hemisferio dominante será el derecho). Es el encargado de los hechos racionales, de las planificaciones, controla el lenguaje, el pensamiento lógico y la escritura. Es el responsable de las actividades de análisis, de las matemáticas y de la mano derecha. En el ámbito de la escritura podríamos decir que es quien se encarga de planificar las secuencias y trazar la historia antes de comenzar a narrarla. El hemisferio izquierdo es ¡la Mansión Gótica de nuestro Editor!

El hemisferio derecho, en contra, es el responsable de nuestras actividades más creativas. Es quien responde de nuestras habilidades musicales, del control de nuestra mano izquierda y de la nuestra percepción tridimensional (visual y espacial). Temporalmente se concreta en el presente, y es responsable también de nuestro sentido intuitivo. A efectos del escritor, esta es la parte más creativa, la que da vida a la historia, la que imagina el mundo novelístico, la vida de los personajes, etc.

Lo ideal sería que ambos hemisferios trabajasen coordinados, pero hay que rendirse ante la evidencia, y ésta supone que por regla general siempre hay uno de los dos que es el dominante. Para mejorar el trabajo entre ambos (con todas las consecuencias favorables que eso reporta) existen multitud de  ejercicios, aunque si nos centramos en la escritura, creo que podemos llevar a la práctica estas tareas para manterner a nuestro editor a raya mientras no lo necesitemos (y esto es siempre que estemos en una fase creativa de algún proyecto) con estas pequeñas acciones.


  • El piloto automático:Se trata de entrar en una fase de escritura automática que nos permita escribir prácticamente sin ninguna atadura. El desmelene, vamos. No importa si lo que escribimos tiene sentido o no. Sólo hay que escribir. no importa qué, importa que lo hagas. Posteriormente ya lo leeremos y veremos si algo de lo que hemos volcado aquí merece la pena. Personalmente me parece una actividad algo compleja porque siempre tengo la cabeza en algo concreto, así que este ejercicio me viene bien para desentumecer la imaginación y la fantasía, para dejar al editor ahí en un rinconcito con algún gadget nuevo que lo tenga loquito. 

  • El factor “¿Y si?”Como veis, la cuestión es salir de la zona de confort, de la lógica del día a día. Para ello también podemos seguir algún consejo de Giani Rodari y escribir sobre un  binomio fantástico o elaborar una pregunta fuera de toda lógica con el encabezamiento “¿Y si?”. De nuevo, el resultado no es significativo. La idea es despertar al Homo Ludens vs el Homo Sapiens, disfrutar por el mero hecho de escribir sin leyes, sin lazos, sin lógica y sin orden.



¿Qué os parece?¿Nos desmelenamos?
Feliz día.