La regla del tercio para escribir mejor.

lunes, 8 de junio de 2015




Dice la numerología que el tres es un número simpático, asociado a la inspiración y a la inteligencia, optimista y sociable. En fin. Un derroche de virtudes. Quizás sea por eso que hay tanto tercio en la creación literaria. ¿Lo vemos?

Estructura argumental clásica.



Planteamiento, nudo y desenlace. ¿Quién no ha estudiado la terna clásica y la ha utilizado continuamente en sus narraciones/cuentos/relatos? Tres actos diferenciados cuya explicación podría ser la siguiente:



  • Planteamiento: Viene a ocupar un 25% del total del texto y es la sección en que se contextualiza tanto la historia como el personaje. Es la explicación del mundo del protagonista antes del cambio, y generalmente se cierra al aparecer el conflicto.
  • Nudo: Comienza con el punto de inflexión para el protagonista y es donde la historia se va tornando compleja. Aquí se desarrolla la trama y suceden las acciones más importantes. Esta sección generalmente suele ocupar un 50% de la totalidad de la narración y concluye en el momento previo al desenlace.
  • El desenlace: Es el momento de finalizar la historia y solucionar el conflicto (puede ser de manera abierta o cerrada), y de dejar claras las dudas planteadas durante toda la narración. En este restante 25% del texto culminará el relato.

La teoría del Iceberg.



¿Qué tiene esto que ver con el número tres? ¿Un iceberg, la regla del tres, teoría literaria? Pues tiene su explicación. Y ahora os doy la pista. Hemingway. Él fue quien respaldó esta teoría, según la cual, en primer lugar el autor debe documentarse cuanto pueda. Tanto como le sea posible para poder defender su obra con realismo y credibilidad. Pero ojo. El escritor también debe huir como alma que lleva el diablo de la oscura tentación del marisabidillo. No se trata de reflejar en nuestros escritos cuánto sabemos acerca del tema, cuántos tarros de colirio hemos gastado para ser el que más sabe de insectos palo a este lado del mundo, etc. Más bien al contrario. Únicamente debemos mostrar un tercio (ahí está de nuevo la regla) de lo que hemos aprendido. Y en ocasiones ni tan siquiera eso. 


Construyendo el personaje.



Si el conflicto es básico en una narración, no digamos los personajes. Son quienes sufren todas las dificultades a las que les enfrenta el escritor, y los responsables de que la trama se mueva, de que el lector empatice con la historia… Y además, por si esto fuera poco deben resultar creíbles. ¿Cómo lo podemos conseguir? Teniendo en cuenta esta regla de tres:



  • Deseo: Un personaje necesita de una motivación para actuar, debemos tener claro qué desea, que quiere, por qué se levantaría del comodísimo sofá de su casa y se dedicaría a —pongamos por caso—, salvar el Planeta.

  • Conflicto: Siguiendo con el ejemplo anterior, además de una motivación para dejar los panchitos en la mesa y el último capítulo de Juego de Tronos a medio terminar, el personaje debe topar con un conflicto. ¿Por qué? Porque eso le hace humano, le hace crecer, hace que como lectores entendamos su forma de ser y sus motivaciones. Y además construye la historia, le da vidilla. ¿Puede haber algo más aburrido que un personaje al que todo le salga bien? 

  • Cambio: Este es un punto fundamental en la creación de personajes (o al menos es uno en los que más incide la teoría literaria). Un personaje no debería ser el mismo al comienzo y al final de la narración. Si el autor ha seguido las normas anteriores, su personaje principal ha vivido un momento crucial en su existencia, ha superado (o no) un conflicto, ha sufrido mil contratiempos (quizás hasta se ha jugado el pellejo)… ¿Y no ha cambiado nada? ¡Imposible! Revisemos un ejemplo de un clásico: ¿Creéis que Caperucita será tan confiada al final del cuento como al principio? ¿Seguro que no habrá desarrollado alguna lobo-fobia?

Manteniendo la intriga. 


Otro de los puntales básicos de una narración es la intriga, la tensión que durante toda la obra nos anima a continuar con la lectura y nos deja con el alma en vilo página tras página. Tiene mucho que ver con la pregunta dramática la que se plantea desde el comienzo de la narración y de cuya respuesta dudaremos hasta el final de la obra. Es el latido del relato, pero ¿cómo podemos conseguirlo? La regla del tercio nos da una pequeña pista:
  • La muestra: En un relato detectivesco, por ejemplo, el camino a seguir sería mostrar una pista. Una señal o un indicio que posteriormente ayude a la intriga de una manera natural e incluso de forma que pase desapercibido. Pero que esta señal esté medianamente camuflada no quiere decir que no esté bien explicada. Es fundamental. Debemos exponer el motivo pero sin darle demasiada importancia, debemos jugar con el lector. 

  • El recordatorio: En algún momento de la narración, generalmente en el nudo de la misma si atendemos a la estructura clásica, el autor retoma aquella pista o aquella promesa y la pone de nuevo bajo los ojos del lector, quien en este momento ya es más consciente de ello. El escritor sin embargo, aunque recuerde el asunto y lo conecte levemente con la pregunta dramática, debe tener la maestría de no otorgarle todavía la importancia decisiva que tendrá para la finalización de la historia. ¿Difícil? Ajá. Para mí, mucho.

  • El cierre: Será ahora, en el último tercio, cuando el minúsculo indicio del comienzo tome sentido en su totalidad. Ahora es el momento en el que el lector tiene que darse una palmada en la frente y pensar ¡Claro!, es cierto, ¿Cómo no me he dado cuenta antes? Es el punto definitivo que da sentido a la historia y que cierra las conexiones.



Y vosotros, ¿habéis encontrado alguna otra “regla del tercio”? Si es así, y os apetece contármelo, tenéis los comentarios a vuestra disposición. Me encantaría conocerlos. 


Feliz día

5 comentarios :

  1. Mira que siempre fui de números pares pero me has convencido, diría que por tres pares de razones y en paz :) no sabía que el tercio sería tan decisivo, tomo nota!
    Muchos besos, guapetona

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    1. Me pareció curioso que muchas de las reglas de escritura se basasen en tres partes...Encontré estas pero seguro que hay muchas, muchisimas más.
      Besos

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  2. Ay Izaskun
    Como te has puesto a escribir a lo grande ya estás pensando en los beneficios jaja.
    Mira el tercer tanto por ciento "En este restante 25€ del texto culminará el relato"
    Un beso.

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    1. Anda, Virtudes, pues tienes razón, jajaja. Voy a cambiarlo ya mismo. Gracias guapetona.
      Mil besos.

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  3. En vez de borrar para cambiar el verbo por la exclamación voy y le doy a publicar y no una vez, ¡dos!
    Mira que estoy torpe. jaja.

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