Más que un club ...

martes, 13 de junio de 2017


No, no vengo a hablar de fútbol. Ni siquiera soy hincha de ningún equipo aunque se perfectamente qué es un “fuera de juego”, conste. La cosa va por otro camino.

Por el de la lectura, of course.

La semana pasada os pedía que me dijeseis cómo leíais (en silencio o con ruido de fondo; en soledad o en compañía…) porque he encontrado una iniciativa originaria de Estados Unidos que me ha dejado patidifusa. Es una actividad que tuvo su origen en 2010 con Christopher Frizelle como artífice y la llaman (traducción propia) el club de lectura silenciosa.

Vale. Dicho así, pues casi que no tiene gracia. Pero ¿y si te digo que son reuniones para leer en soledad acompañada? Lectura en silencio, si. ¿Y si te cuento que suelen tener lugar en bares (el original sigue convocándose en el Hotel Sorrento)?

Ajá.

Ojoplática me quedé. Y entonces comencé a pensar…¿Eso sería factible aquí?¿Llegará esa moda? Porque otra cosa no, pero silenciosos y comedidos…no lo somos ni por asomo. Culturalmente nos gustan las reuniones sociales. Somos bulliciosos, vocingleros y ruidosos (aún recuerdo un viaje a Praga en el que pude detectar sin ningún género de dudas a un grupo de españoles en el hasta entonces silencioso lugar).

Se ve, se siente, el guirigay en el ambiente. Somos así.

Pero a lo que iba, que me despisto. Los clubs de lectura silenciosa. ¿Qué son?¿Con qué objetivo se crearon? ¿Quién acude y por qué? ¿Por qué se celebran en bares y no en bibliotecas?¿Tú también te lo preguntas?

Te cuento.

Son reuniones mensuales gratuitas que se desarrollan generalmente en un horario de tarde – noche en un lugar (parece ser que tienen preferencia por bares) convenientemente ambientado con luces e incluso puede que con música de fondo en directo. La convocatoria suele congregar a unas veinte personas que acuden al lugar con una lectura propia (libro, periódico, revista, etc) y con el único objetivo de leer y tomar una copa (en solitario) mientras se disfruta de la lectura si se presta la ocasión.

A diferencia de los clubs de lectura tradicionales, aquí nadie busca comentar sus apreciaciones, conjeturas o impresiones. Sencillamente se acuerda una regla de silencio (que suele durar de una a tres horas según los casos) para leer sin distracciones.

Por lo que he podido apreciar, lo que más valoran los asistentes de estas reuniones es que salen de casa y se “socializan” en un entorno menos institucional que las bibliotecas y menos impredecible (por aquello de las condiciones atmosféricas) que los lugares al aire libre. Hay quien lo toma también como un empuje para cumplir el reto personal de leer cierta cantidad de páginas mensuales integrándolo en su agenda. No está nada mal como motivación extra, ¿verdad?

Dicen que hay algo mágico en compartir el silencio y afición con extraños; que da sosiego y recogimiento, como si estuvieras en una catedral. En cierto modo puede que la cosa tenga su gracia porque el entorno se busca con mucho mimo. No vale cualquier lugar sino que debe ser uno con cierto encanto, que invite a relajarse, a leer. Un sitio con asientos cómodos y buena iluminación (se me ocurre que una cafetería tipo Starbucks podría ser un lugar idílico para quien sea amante de la lectura y del café).

Y el espacio de dos horas no es demasiado para apoltronarse un poco, además. Creo que como en las recomendaciones para los tiempos de descanso en la conducción de vehículos, es el tiempo justo para desear moverse un poco, desentumecerse y volver a decir algunas palabras en voz alta.

Creo que, de poder implantarse aquí, el requisito de más difícil cumplimiento sería mantener un clima de silencio absoluto. No vale ni murmurar, ni leer en voz baja. Solo se permite el ruido de las páginas al pasar y los carraspeos propios de los lugares concurridos. Nada más.

(En nuestro descargo, te diré que los españoles no somos los únicos a los que les cuesta guardar silencio cuando compartimos el mismo espacio porque he leído que para mantener este ambiente en algunos lugares tienen que repartir unas tarjetitas con el lema “Shhhh” que se entregan a quienes no pueden/quieren/ saben mantener sus labios sellados.)

En cualquier caso me parece una iniciativa muy interesante a la que veo infinitas posibilidades (podrían ser reuniones temáticas aderazadas con una música acorde a las lecturas por ejemplo) aunque no sé si tendría cabida por aquí.

¿Tú qué opinas? ¿Conocías la iniciativa?¿Crees que podría funcionar? ¿Dónde las celebrarías? Es más, ¿te animarías a montar una? ¡Te espero en los comentarios!


Feliz día.

4 comentarios :

  1. Ni idea de esta iniciativa. Pero creo que sería difícil copiarla aquí. Dos horas con gente a tu alrededor y no hablar en ningún momento? Me parece difícil.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Verdad que sí?Con lo que nos gusta el "bureo"...
      Mil besos

      Eliminar
  2. Juas! O sea, que sería extender el clima de "mi" biblioteca a un bar! Sinceramente, lo que me faltaba, porque creo que me sería completamente imposible entrar en un sitio, ponerme a leer y a poco que alguien diga algo dejar de ser la chistadora oficial. Jajaja. Claro que aquí yo no chisto, yo grito: "os voy a echar a la calle!!" ¿Te imaginas?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ana, hija, me muero de risa contigo. Lo tuyo sería para hacer una serie - tipo en la tv. Bibliocámera. Ya te veo de protagonista. Con una recortada bajo el mostrador y toda una serie de personajes (a cada cual más peculiar) en la biblioteca. Me juego un euro ganador a que tienes miles de anécdotas para nutrir la serie. ¿A que sí?
      Besotes mil.

      Eliminar